La ansiedad, el estrés, y los estados de tensión nerviosa en general son uno de los problemas de salud sobre los que más se ha investigado, y cuya definición más ha evolucionado en la última media década. En 1983, la revista Time ya habló del estrés como “la epidemia de los ochenta”, afirmando que se trataba del mayor problema de salud de la época.
Desde que el médico y fisiólogo Hans Slye publicó su trabajo “El estrés” en 1950, se acuñó en medicina el término estrés, cuyo origen proviene de la física –donde significa presión que ejerce un cuerpo sobre otro. La definición del estrés ha ido variando a lo largo de la historia, y a día de hoy se suele entender como “reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada. Es decir, el estrés es una respuesta biológica primaria, el modo en que un cuerpo, y especialmente el sistema nervioso, reaccionan ante un desafío.
Si bien es cierto que existe una condición positiva de estrés, conocida como eustrés, que consiste en una activación del organismo para resolver una situación concreta que requiere más esfuerzo del habitual. Sin embargo, generalmente los que humanos entendemos por estrés es el distrés, o estrés negativo, que consiste en superar el equilibrio del organismo, causándole fatiga, ansiedad, irritabilidad e ira. Y si el distrés se mantiene, sus consecuencias pueden ser aún mayores: problemas físicos debidos al aumento del gasto de energía, menor descanso del necesario y agotamiento de las fuerzas.
Hay un montón de factores que pueden desencadenar estrés. Son conocidos como estresores, y, según Wikipedia, están divididos en 10 grandes categorías:
- situaciones que fuerzan a procesar el cerebro
- estímulos ambientales
- percepciones de amenaza
- alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.)
- aislamiento y confinamiento
- bloqueos en nuestros intereses
- presión grupal
- frustración
- no conseguir objetivos planeados
- relaciones sociales complicadas o fallidas
¿Has reconocido alguno de estos factores?
Yo creo que sí. Muchos de ellos forman parte de nuestro día a día, y por eso es importante saber identificarlos, tratar de no prestarles más atención de la estrictamente necesaria y conocer algunas acciones que se pueden llevar a cabo para evitar o reducir el estrés.
Y en ese sentido hay algunos consejos claros a seguir si queremos practicar el autocuidado: realizar ejercicio, tratar de evitar situaciones que provoquen estrés, mantener una dieta saludable y tratar de reír cada día para liberar endorfinas. Además, se pueden usar todo tipo de técnicas de relajación -bien sea a través de los juegos de mesa, la meditación, el ioga, el tai chi, el pilates, o cualquier otra actividad que tenga por objetivo reducir la tensión nerviosa.
Desde Labofarm, además, le recomendamos el uso de los remedios naturales para conseguir un estado de relajación. La manzanilla, la lavanda, el romero la melisa… Y cómo no, la reina de las hierbas antiestrés, la valeriana medicinal, con la que nosotros creamos los comprimidos Valeritabs, el producto estrella de nuestros laboratorios.
Asimismo le sugerimos que, si ha probado todos estos consejos y sigue sin superar su estado tensión nerviosa, consulte sobre su problema con un profesional sanitario.